MÁS «PLATA QUEMADA»

Aunque no se reconozca en forma explícita, la reciente noticia de que la empresa Gas Sayago SA (propiedad de los entes estatales UTE y ANCAP) comunicó a las firmas internacionales que se habían presentado al llamado para construir la terminal regasificadora de gas natural licuado en la bahía de Montevideo que la misma no se llevará a cabo, indica que la iniciativa ha recibido el último clavo en su ataúd (ver nota en el diario El País del 24/05/2017).

Antes, Gas Sayago había reducido el espacio que ocupaban sus oficinas y empezado a despedir personal.

El “fatal desenlace” ya era antes de este anuncio tan evidente para los jerarquías de la Barcosempresa, que las mismas se autoprotegieron (con el costo a cargo de la firma, faltaría más) un seguro de responsabilidad civil en previsión de las demandas de terceros que podrían sobrevenir por la detención de las obras (ver El País del 25/05/2017).

Muere así, con mucha pena y ninguna gloria, uno de los emprendimientos insignia de la funesta administración Mujica, al igual que se agotó su idea de megapuerto oceánico.

Ambos consumieron en su vida “de papel y escritorios”, ingentes recursos ahora devenidos en humo improductivo, y merecen estar ubicados de pleno derecho junto a los estudios para la construcción del puente Colonia-Buenos Aires, que durante décadas sirvió para mantener una tecno-burocracia inconducente sin arribar a nada útil, en el infame anaquel de las vergüenzas nacionales.

En este caso de la regasificadora ¿qué otra cosa se podía esperar cuando al mismo tiempo que se emprendía un proyecto de conversión de gas natural de proporciones que excedían varias veces las necesidades del mercado doméstico, se propiciaba la inversión en generación eólica y solar asegurando a los privados, comprarles incluso aquellos sobrantes que el sistema no consumiera?

¿Y cómo podía ser viable el negocio si se sostenía exclusivamente en el eventual compromiso de alguno de nuestros vecinos, especialmente Argentina, de sostener una demanda firme de los cuantiosos excedentes de gas que se generarían? ¿De quién es la culpa de haber incurrido en gastos a cuenta de la venta de la piel de un oso que todavía estaba muy lejos de ser cazado, y que no se sabía siquiera si existía?

No olvidemos además que la malintencionada gestión de la firma brasileña OAS, contratada para las obras de la regasificadora, ha dejado en nuestro medio un tendal de empresas locales (muchas de ellas, pequeñas) trenmalheridas por sus deudas.

Y que un manejo irresponsable del proyecto ha provocado severos daños ambientales que a la corta o a la larga habrán de ser asumidos y que representarán nuevos costos.

La única noticia moderadamente optimista (semanario Búsqueda del 25/05/2017) establece que la empresa Shell estaría negociando en Argentina, contratos que permitan viabilizar la operación de una planta regasificadora de dimensiones más pequeña. Opción a la que las propias fuentes gubernamentales le apuestan pocas fichas.

Para relativizar más las escasas chances de concreción de las gestiones de Shell, contrastémolas con la creciente apuesta del gobierno de Mauricio Macri y su secretario de Ambiente Sergio Bergman, por las energías renovables, que inevitablemente disminuirán la participación de las  fuentes fósiles en la matriz energética de la Argentina.

Nos enteramos ahora también, que durante el año 2014 Gas Sayago “invirtió” U$D Bergman470.000 en publicidad para “informar a los distintos sectores de la sociedad los beneficios de la instalación de la regasificadora e informar sobre los beneficios de disponibilidad de gas natural para los consumidores.”

Es de suponer que consecuente con esa lógica (por llamarla de algún modo) que ha guiado la gestión de Gas Sayago, ahora se haga necesario gastar otros cientos de miles de dólares en campañas de prensa para explicar a los consumidores, por qué al final no van a contar con los  prometidos beneficios de disponer de gas natural.

Y la Ing. Quim. Marta Jara, quien capitaneó el Titanic de la regasificadora hasta el inevitable encuentro con el témpano de la realidad, ¡resultó elegida cum laude para liderar el salvataje de ANCAP!

Sumemos las montañas de dinero consumidas por estos desatinos, a los despilfarros de ANCAP, la exPLUNA y el FONDES, calculemos cuánto nos sacarán a cada uno de nosotros de nuestros bolsillos para hacerles frente y hagamos el ejercicio de imaginar en el país que podríamos llegar a tener si en vez de alimentar esos “agujeros negros”, se hubieran aplicado a abaratar las tarifas de los servicios públicos, reformar en serio la educación, revitalizar el Hospital de Clínicas y renovar la infraestructura vial y ferroviaria que se cae a pedazos, ampliar y modernizar el puerto de Montevideo, invertir en ciencia y desarrollo de tecnologías, acelerar el despliegue del “sistema de cuidados”, apoyar deportes amateurs…

Lo más deprimente es que en última instancia, todas estas desazones no son atribuibles más que a nosotros mismos. Y que nada nos asegura que estemos inmunizados contra su repetición.

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